lunes, 6 de junio de 2011

Narración de un personaje en San Juan de Ulúa

Definitivamente uno de los personajes más famosos a lo largo de la historia de San Juan de Ulúa es el reconocido Jesús Arriaga mejor conocido como “Chucho el Roto”, hombre que por su capacidad y astucia, fue encarcelado dada al temor o por evitar que los demonios del qué dirán hicieran alarde para la época y los intereses de los  más afectados.

Así es, este personaje al parecer oriundo de Tlaxcala, nacido en 1858,  de cuna humilde y de oficio carpintero tuvo una desesperante historia de amor marcada por los prejuicios sociales . Cuenta la historia que se enamoró de una mujer prohibida, Matilde de Frizac, sobrina de un acaudalado noble Don Diego de Frizac. Dado los rangos sociales,  y al temor y respeto por su tío, su amor era prohibido, sin embargo ese amor continuó,  rindiendo como fruto una pequeña a la que llamaron María de los Dolores.

Debido al hecho, la familia de la joven madre lo humilló y amenazó, de la misma manera su amada, motivada por el temor hacia su mismo tío, consecuencia que orilló a que Jesús le quitara a su hija. Posterior a la desaparición, el tío mandó a encarcelar a este hombre. Trasladado al D.F. a la Cárcel de Belem y  de ahí a San Juan de Ulúa, logró escapar al parecer, introduciéndose a un barril, antes usado como excusado.

Durante su estatus de prófugo aprendió y desarrollo habilidades como estafador y bandolero, que robaba a los ricos para ayudar a los pobres, acción que marcó su cariño por parte de la población hacia su persona.

Para realizar sus atracos, vestía elegantemente, acorde a la época y a los ricos de ese entonces apodados ROTOS, motivo por el que le fue asignado ese nombre “Chucho el roto”. Conforme pasaba el tiempo, su popularidad iba creciendo y los temores surgidos por los acaudalados eran inmensos.

Finalmente fue capturado en su último atraco en Veracruz, en Las Cumbres de Maltrata, dirigiéndolo nuevamente  a San Juan de Ulúa, y obviamente con planes de fugarse, sin embargo cuando lo decidió ejecutar fue delatado por un compañero de celda, al parecer éste ya estaba avisado y previamente pagado ante el conocimiento de su escape o simplemente, parte de una rencilla o venganza al interior del penal. Una vez apresado, el Director del Penal Federico Hinojosa ordenó que le dieran “¡Doscientos latigazos a ese desgraciado!”, a lo que le contestó orgullosamente “No puede ser desgraciado el que roba para aliviar el infortunio de los desventurados”, motivando a que le dieran 100 latigazos más, por su atrevimiento.

Su destino fue que lo condujeran a la celda denominada el Limbo, a donde iba a ser ejecutado y castigado por un famoso verdugo llamado “La boa”, llamado así, porque sus latigazos daban la certeza de que sus víctimas iban directo a la muerte, dado las fuertes heridas.

Relata la historia que a este verdugo Matilde de Frizac le pagó mil doscientas monedas de oro, para evitar la muerte instantánea de Jesús. Fue trasladado al hospital más antiguo de Veracruz “Marqués de Montes”, donde al parecer murió el 25 de marzo de 1894, sus restos fueron reconocidos por su hermana Guadalupe, Matilde y su hija Lolita. Su cuerpo fue custodiado hasta la ciudad de México en Ferrocarril, para darle cristiana sepultura. Las tres mujeres se  acompañaron por el supuesto prometido de Matilde, un famoso Marqués Austriaco, del que se ignora su nombre, pero al parecer, se dirigieron en barco hacia Europa.

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